martes, 21 de abril de 2009

Trabajo y lactancia, una problemática por resolver

Uno de los problemas es que no estamos acostumbrados a ver a madres dando el pecho
Ojalá pudiéramos llevar a nuestro bebé al trabajo", decía ayer Cristina Pardo, de la asociación Alletar i Criar, en declaraciones a LaVanguardia. es. Decía también que eso de que sólo se puede dar el pecho durante diez minutos, cada tres horas, es mentira. Que, en cuestión de leche materna, el bebé debe tener barra libre. Que durante los primeros seis meses no necesita ni agua, ni zumos, ni frutas. Que compaginar la lactancia materna con la faena es difícil pero posible, que lo ideal sería llevar al bebé al trabajo y que uno de los problemas es que no estamos acostumbrados a ver a madres dando el pecho.
Es un asunto de actualidad. En Gran Bretaña, el año pasado no fue aceptada una propuesta para que las diputadas pudiesen dar de mamar en la Cámara de los Comunes, pero allí la voluntad de conseguirlo viene de antiguo y cada tanto alguna da la teta ante la mirada horrorizada de muchos de sus colegas. En Australia, hace unas semanas, la diputada Kirstie Marshall fue expulsada del Parlamento cuando, sentada en su escaño, se puso a dar el pecho a su hija de diez días. Los diputados que exigieron su expulsión argumentaron que la criatura era un elemento extraño que no debía estar en la Cámara. La diputada dijo que no era un elemento extraño en la Cámara porque ya había estado en ella, "dentro de mí". Lo de dar de mamar donde sea debe ser muy importante en Australia, porque la semana pasada la policía arrestó, en Alice Springs, a una madre que iba por la carretera conduciendo su coche y, simultáneamente, dando la teta a su hijo de cinco meses.
Los reparos e incluso el rechazo que mucha gente siente ante la visión de una madre amamantando a su hijo son incomprensibles. Pocas situaciones hay tan tiernas, tan amorosas, tan animales y primarias, como una madre criando a su hijo. Y, en cambio, a veces, en un bar una madre se desabrocha la blusa para lactar a su bebé y hombres y mujeres tuercen la cara en un gesto de incomodidad. ¿Por qué? "Ojalá pudiéramos llevar a nuestro bebé al trabajo", decía ayer Cristina Pardo, y llegará un día en que su anhelo se convertirá en una realidad que no distinguirá categorías sociales o laborales, una realidad que se hará extensiva a consultoras de marketing, aparejadoras, tenistas de élite, directoras de sucursales de cajas de ahorros, azafatas de líneas aéreas, dependientas de Vinçon... Qué pena que Hora Q tenga los días contados, porque eso nos impedirá ver a Helena Garcia Melero frente a las cámaras, cumpliendo a la vez sus tareas informativas y lactantes. Como las diputadas que dan el pecho en los parlamentos del mundo para reclamar el derecho de toda mujer a hacerlo en su trabajo, Garcia Melero hubiese sido crucial para acabar aquí con el tabú. Lástima.
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