domingo, 10 de abril de 2011

La obesidad infantil hará que la esperanza de vida disminuya por primera vez

La obesidad infantil que sufre la sociedad actual provocará que la esperanza de vida disminuya por primera vez en la edad contemporánea, según explicó hoy a Efe el doctor Albert Feliu, miembro del grupo de trabajo sobre la obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica.


Feliu, quien participa en Gran Canaria en un Congreso de Cirugía de la Obesidad, aseguró que la obesidad infantil "no deja de ser el fondo de un iceberg que va a eclosionar dentro de unos años" y que hará que se reduzcan las medias en las expectativas de vida, actualmente fijadas sobre los 84 años para las mujeres y los 76 los hombres. En su opinión ahora se puede ver lo que pasará en el futuro, ya que "los niños son más obesos que sus propios padres y esto a la larga creará un problema muy serio".


Albert Feliu dijo que las causas de la obesidad infantil son "multifactoriales" y, en ese sentido, apuntó a la disminución del ejercicio físico -motivado por otras actividades lúdicas- y, también, al cambio de hábitos alimentarios, con incorporaciones de otros países a la dieta del Mediterráneo. "Más que sustituir, los nuevos hábitos se han ido incorporando a nuestra dieta y se ha aumentado, en gran medida, la cantidad calórica que ingieren los niños", subrayó. Para Feliu las soluciones son "difíciles", y cree que su invitación a un Congreso de Cirugía de la Obesidad le llega porque "los pediatras estamos fracasando en prevenir la obesidad infantil".


A su juicio, probablemente, "los pediatras están fracasando" porque, aunque no son los únicos responsables, "somos los que vemos el problema y debemos llamar más la atención a la ciudadanía tanto de lo que sucede ahora como de lo que ocurrirá en el futuro". En esa línea, señaló que desde la pediatría se tiene que hacer "un esfuerzo" para cambiar los hábitos alimentarios desde la primera infancia. Así, cuando un pediatra liberaliza la dieta de un niño, aproximadamente al año de vida, llega un momento en el cual se suele decir que "ya puede comer lo que quiera". Esa frase es "mal interpretada" y los pediatras "tampoco hemos sido capaces de dar el mensaje correcto", porque comer lo que quiera no significa comer de todo y en grandes cantidades. Para Feliu, de alguna forma, a partir del primer año de vida e incluso antes, se tendría que hacer una labor formativa con los padres para intentar que las dietas sean lo más equilibradas y menos calóricas posibles, que incorporen frutas, verduras, en cantidades justas, y que eviten los excesos de grasas. Ese control en la dieta, acompañada de actividades lúdicas y familiares en las que se incorporen la actividad física, "probablemente sean las claves de la prevención". A partir de ahí, aseguró, influirán las escuelas y los medios de comunicación, ya que se avecina un trabajo que hay que afrontar desde diversos puntos de vista y desde muchas instituciones.


"Los médicos tienen su responsabilidad, pero también las instituciones políticas y las propias empresas de alimentación, que tienen que coger el testigo y empezar a recomendar, porque, al fin y al cabo, esto también les puede beneficiar de alguna forma", concluyó.

Fuente: Efe

lunes, 4 de abril de 2011

Un niño sin cerebelo desafía lo imposible

La historia de Chase Britton conmueve y fascina. Este niño, de casi cinco años, carece de cerebelo, pero eso no le impide estar aprendiendo las mismas cosas que otros niños, un poco más lentamente.…


Heather y David Britton no lo han tenido fácil últimamente. Antes de tener a nuestro protagonista, nació prematuramente Trey, quien solo logró vivir seis semanas, La pareja lo intentó de nuevo y fueron a por Chase. Cuando nació, también con adelanto, el bebé Chase fue declarado ciego.


Al buscar la causa de sus atrasos, los médicos encontraron que carecía de cerebelo: esa parte del cerebro que controla las habilidades motoras, el equilibrio y parte de la percepción sensorial.


Una lesión en el cerebelo impide sentarse erguido, mantenerse de pie o andar. Sin embargo, Chase desafía todos los estudios neurológicos: tiene algo más de cuatro años y medio y ha aprendido a sentarse; se desplaza con ayuda de un andador, está aprendiendo a caminar, utiliza lápices y tijeras en la escuela preescolar a la que acude y no para de sorprender a diario a su hermano mayor (13), padres, profesores y médicos.


“Su historia no es trágica”, decía la mamá a los medios hace pocas semanas: cuando ves a estas dos personas hablar sobre su hijo y sus progresos, comprendes parte del milagro. Creo que hay que ser de espíritu muy fuerte para llevar adelante a un niño con estos problemas. Ellos demuestran serlo, sin duda. No sólo no se han rendido a las evidencias y los dictámenes médicos, sino que forman una red de apoyo, estímulo y amor para el niño. Chase quiere aprender y progresar, pero sin la confianza que su familia le presta a diario


¿habría podido conseguir tantos avances? Cuesta imaginar qué haríamos nosotros en un caso como ése. Según los doctores, este niño no veía al nacer, no podría caminar, etc. ¿Hubiésemos creído a los médicos, desesperando por la salud y el normal crecimiento de nuestro bebé? ¿O habríamos aprendido a motivarle y ayudado a desarrollarse a pesar de todo? La mamá de Chase lo tiene claro: “No te des por vencida”.