miércoles, 9 de septiembre de 2015

La neurociencia demuestra que el elemento esencial en el aprendizaje es la emoción, por Francisco Mora

El investigador en neurociencia Francisco Mora asegura que el elemento esencial en el proceso de aprendizaje es la emoción porque sólo se puede aprender aquello que se ama, aquello que le dice algo nuevo a la persona, que significa algo, que sobresale del entorno en Neuroeducación, el libro que acaba de publicar en Alianza Editorial.

La alegría como base del aprendizaje

El científico señala que “los niños hoy aprenden, desde muy pronto, conceptos abstractos en habitaciones con ventanales sin mucha luz o luz artificial, con el rigor y la seriedad de maestros que se aleja de aquel “juego” primitivo que generaba aprender y memorizar de lo sensorial directo, “con alegría”, base de la atención y el despertar de la curiosidad”.

Entender esto hoy en su raíz y desde la perspectiva de cómo funciona el cerebro y sacar ventaja de ello –afirma– “es un primer principio básico de la enseñanza con el que se puede llegar a aprender y memorizar mejor. estos principios se pueden extender en su aplicación no solo a la enseñanza básica o durante la adolescencia sino a los más altos estudios universitarios o a estudios aplicados sea la empresa o la investigación científica”.

Asimismo añade que “la neurociencia cognitiva ya nos indica, a través del estudio de la actividad de las diferentes áreas del cerebro y sus funciones que solo puede ser verdaderamente aprendido aquello que te dice algo. aquello que llama la atención y genera emoción. aquello que es diferente y sobresale de la monotonía”.

“La atención, ventana del conocimiento, despierta cuando hay algo nuevo en el entorno. Ese ‘algo nuevo’ apela, como hace millones de años, a la supervivencia como último significado” –añade–. “La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o castigo (peligro) y que por tanto tiene que ver con nuestra propia vida”. “Pero con el devenir evolutivo y la propia civilización –advierte Mora–, aprender y memorizar son mecanismos que los hemos llevado a unos niveles tan abstractos y de tan alto calado social que escapan y se han venido alejando de las raíces inviolables, genéticas y evolutivas, de aquella alegría que en su origen significó verdaderamente aprender y memorizar”.

Conocer cómo funciona el cerebro revitalizaría la enseñanza

A su juicio, revitalizar hoy la enseñanza y el aprendizaje en este nuevo contexto de una cultura avanzada, “requiere un conocimiento de cómo funciona el cerebro en esos procesos y llevarlo a los maestros y los profesores para que estos finalmente lo apliquen en las aulas”. Asegura que “de esto se han dado cuenta muy recientemente prestigiosos pensadores e instituciones como el recién creado Centro de Neurociencia para la Educación de la Universidad de Cambridge o la International Mind-Brain and Education Society a través de su revista Mind, Brain and Education”. No obstante asegura que “es bien cierto que, hasta ahora, el conocimiento extraído de las neurociencias no ha sido fácil mostrarlo a los maestros y ellos transferirlo como método a la enseñanza de los niños o los estudiantes de instituto”.

Reconoce que “existen problemas en la relación neurocientífico-maestro (y mas allá profesores universitarios) sobre todo en el lenguaje utilizado por los primeros para dirigirse a los segundos en la transferencia de estos conocimientos. y en los segundos, los maestros, para captar, con certeza y seguridad esos conocimientos a la hora de emplearlos con los alumnos”.

“Desde esta perspectiva como base –subraya– se pretende construir este libro que propongo con el título de Neuroeducación y que tendría un formato similar al libro ¿Se puede retrasar el envejecimiento del cerebro?”

Mora, utilizando un lenguaje sencillo, conciso y asequible pretende “desarrollar las contestaciones a las preguntas básicas y los componentes esenciales del problema que representa el advenimiento de la neurociencia para la educación y enumerar y describir brevemente las soluciones y ventajas de estas nuevas concepciones”.

El diario El Mundo ha publicado una entrevista al científico con motivo de su laudatorio en homenaje a la neuróloga Rita Levi-Montalcini en la embajada italiana.


Extraido de: http://autoconocimientointegral.com/

domingo, 6 de septiembre de 2015

«Educamos en el miedo y la competitividad y creamos gente manipulable» por Joan Melé

Melé critica los modelos educativos tradicionales que solo buscan preparar «técnicamente a las personas» para competir, insta a recuperar las humanidades «que llevaban a otro tipo de civilización» y aboga por modelos que ayudan a formar personas «libres, creativas y capaces de relacionarse bien con los demás».
Tras 30 años trabajando en banca tradicional, Joan Antoni Melé ha pasado los últimos siete desarrollando la banca ética en España. En estos momentos lleva a cabo esa labor en Latinoamérica e imparte cursos no solo sobre «una nueva economía basada en el ser humano y la banca ética», sino también de «humanidades y educación». A través de su empresa Taller de Conciencia realiza actividades de autoconocimiento y transformación personal orientados a personas que «quieran hacer un cambio personal para luego llevarlo a su trabajo y conseguir otro tipo de empresas más responsables». En el año 2009 publicó el libro ´Dinero y conciencia. ¿A quién sirve mi dinero?´.
-´¿Personas o marionetas? La educación es la clave' es el título de su conferencia. ¿Cree que los modelos de enseñanza tradicionales forman títeres?
-Sinceramente sí. Estamos educando a las personas de forma clónica, todos igual, como autómatas.
Hay una obsesión por el informe PISA, que dice si vamos mal en matemáticas, ciencias y en gramática, que elabora una organización empresarial europea y que basa el éxito solo en tener gente técnicamente preparada para que al acabar los estudios encuentre un trabajo y sea rentable a las empresas. Pero aquí no hablamos de seres humanos, de formación humanista.
-¿Y quién ha dicho que son más importantes las matemáticas que tocar el piano, pintar un cuadro o escribir poesía?
-Se llamaban humanidades porque venían del humanismo, nos hacían humanos, nos llevaban a otro tipo de civilización.
-¿Y cómo eso nos lleva a ser marionetas, como dice?
-Preparamos a la gente técnicamente con el miedo de que si no, no encontrarán trabajo, educamos basándonos en el miedo y la competitividad, y estamos creando gente que se puede manipular. Yo entiendo que la educación debe preparar a la gente para que sea libre; no de hacer lo que le dé la gana, sino para que no le condicionen ni los miedos, ni las codicias ni el subconsciente, para poder decidir de otra manera. Y para eso se requiere una formación humanista que no se está dando; se educa solo en la parte intelectual, de conocimientos. Hay que saber repetir los conocimientos y ya has triunfado, y entonces tienes gente autómata, por eso lo de títeres o marionetas.
-¿Y en qué debe basarse la educación que forme personas?
-Se tiene que buscar una educación que contemple la armonía entre enseñar a pensar, enseñar educación emocional, a sabernos relacionar de otra manera unos con otros, y eso se hace sobre todo a través de la educación afectiva y de la educación de la voluntad, pero justo esto empieza al revés.
-¿Qué quiere decir?
-Cuando un niño es pequeño hay que educarle en la voluntad, no en una educación intelectual prematura. Hay que educar la voluntad, los hábitos, y luego dar importancia a la educación emocional.
También hay que enseñarles a leer y a escribir, pero no prematuramente, como se hace en España, y que forma parte de esa competitividad, el que cuanto antes aprendan mejor. En Finlandia, por ejemplo, que es un país de referencia, empiezan a leer y escribir a partir de los 7 años.
-¿Y no es mejor que lo aprendan cuanto antes?
-¿Pero mejor para quién? Cuanto más listos y preparados, podrán competir mejor, pero al resto también los preparan más, y entonces todo el mundo está compitiendo y eso es insostenible. Cada vez hay gente más preparada y competitiva y la sociedad tiene más problemas medioambientales, económicos... Esta gente no está solventando los problemas del mundo; yo diría que los están creando. Entonces hay que pararse a pensar un poco qué queremos para nuestros hijos y qué futuro queremos en el mundo. Y en base a eso, educar es preparar para que los jóvenes puedan aportar todas sus capacidades, no para que se adapten a un modelo que no funciona.
-¿E interesa formar personas? Porque quizás es más fácil de llevar una sociedad de marionetas.
-Claro, pero es que uno tiene que decidir qué quiere para sus hijos. Lo que pasa es que los padres son fácilmente asustables; si tu hijo no está preparado, no encontrará un trabajo, con lo difícil que está todo. La clave es el miedo, la amenaza. Y ya de pequeños están pendientes de las notas, los estudios, los exámenes, la carrera, el máster... Pero mucha gente sigue sin trabajo y los que lo tienen están amargados de la vida. Es una realidad. Gente que viva una vida coherente y con sentido, encuentro poca. Y para mí la clave es la educación, educar íntegramente al ser humano para que de adulto sea libre, creativo y capaz de relacionarse bien con los demás; un ser humano integral.
-¿Y cómo conseguir que los padres cambien la mentalidad quizás tan inculcada que tienen?
-Por eso hay que intentar difundir que hay otros métodos de educación, que se pueden hacer las cosas de otra manera, y luchar contra el miedo. Hay otros modelos que funcionan, pero por desgracia estamos en un país en el que la educación no es libre; el Estado sigue decidiendo cuál es el modelo educativo, a qué escuelas subvenciona... Y eso que me parece inaudito.
-¿Por qué?
-El Estado lo que tiene que hacer es garantizar una buena educación. Los padres deciden qué tipo de educación quieren; ya que pago mis impuestos, a ver si no puedo decidir la escuela que quiero para mis hijos. Y hay modelos, ya digo, que están funcionando [en otros lugares del mundo], y este tipo de escuelas que eran privadas, las han aceptado como públicas debido al éxito que están teniendo.
-¿Cuáles son estos modelos de los que habla?
-El que mejor conozco y que yo promuevo es la pedagogía Waldorf, que ha triunfado en todo el mundo. También oigo hablar muy bien de la línea Montessori. Son dos líneas pedagógicas que tienen una visión más integral del ser humano. La que yo conozco se adapta muy bien a la cultura de cada lugar, respeta el ritmo de cada niño, que es diferente porque cada niño es diferente, y por tanto no puedes marcar pautas uniformes, porque aquí ya has generado el problema.
-¿Y cómo se trabaja?
-A través del arte, de una serie de cosas, enseñan al niño a ser él mismo. Educar es acompañar al niño para que llegue a ser él mismo, para que pueda desarrollar sus capacidades, no las que alguien ha dicho que son las estándar o las que hay que tener. Y el niño será fantástico en música o pintura y en otra cosa será más malo, pero no pasa nada, es su vida, su destino. Él tiene que ser plenamente feliz y ser capaz de desarrollar todo esto y estar en el mundo con sus capacidades.
-El alumno tiene que ser el centro del sistema.
-Por supuesto. Es que el alumno tiene que ser el centro del sistema educativo y el ser humano, el centro de la economía. Esto no lo debemos perder de vista. En la economía solo se habla de beneficios y crecimiento, pero las personas, los seres humanos, ¿dónde estamos? Y en la educación es igual. No sé por qué hablamos del informe PISA, que lo metan en un cajón, ya no digo que lo quemen porque me llamarían terrorista. Pero están hablando solo de preparar a la gente técnicamente para la producción, el consumo y ganar dinero. Y siempre que hablemos de competir habrá quien en esta lucha perderá. Yo creo que deberíamos ser un poco más humildes, parar y decir: «¿Realmente estamos haciendo las cosas bien?». Y más viendo cómo están las cosas, el fracaso escolar, la agresividad infantil, el acoso escolar, el tema de la drogadicción...
-¿Porque esto es fruto de la educación que estamos dando?
-Por supuesto. Políticos o banqueros corruptos hace cuatro días eran críos pequeños encantadores que jugaban en el colegio o en su casa. ¿Cómo los hemos educado para que salgan así? Porque no han sido cuatro que han salido mal, ha sido lo general del país. Hay que reflexionar a fondo, no dar respuestas mecánicas. Lo estamos haciendo mal, vamos a ver otros modelos que están funcionando e intentar aprender un poco. Pero esto no le corresponde al Gobierno, la educación debería dejarse en manos de los profesionales, los maestros y profesores, y de los padres que son los afectados.
-¿En qué situación se encuentran los profesores?
-No tienen libertad, cada vez se les imponen más corsés: tienen que pasar el día haciendo informes, esto lo pueden hacer, esto no. Pues enseña tú, que probablemente el político que lo dice en su vida ha dado clase en un colegio.
-¿Qué papel que debe jugar la creatividad en la enseñanza?
-Es fundamental. Esto entra en la primera etapa de la vida. En los primeros años, cuando educamos la voluntad, la actividad, en el fondo educamos la bondad, pues el niño pequeño aprende que los demás se necesitan y que ser bueno es ser activo, hacer cosas por los demás. En muchos colegios [de estas pedagogías alternativas] los niños de 5 y 6 años ayudan a los de 2, 3 y 4 a cosas que ellos no pueden; entonces el mayor se siente feliz porque está ayudando y el pequeño ya espera a ser adulto para ayudar. Les enseñan a hacer pan y pasteles, a cuidar un huerto, a fregar el suelo...
Es decir, imitando a los adultos el niño se da cuenta de que él puede actuar en el mundo y que todo lo que hace es útil a los demás. Esta es la educación clave en los primeros años de vida.
-¿Y después?
-Luego ya vendrá aprender a leer, cuando llega la edad y además entienden lo que leen. Pero la creatividad empieza de pequeño, cuando un niño no tiene miedo se le enseña a hacer cosas. Ser activo en el mundo es la manera de perder el miedo y fomentar la creatividad.
-¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en la creatividad de los niños?
-A los niños se les están dando demasiadas imágenes acabadas, demasiada televisión, vídeos, juegos, maquinitas... y eso mata la creatividad. A un niño hay que explicarle cuentos, no verlos por televisión, porque interiormente él crea imágenes y de adulto esto será una capacidad imaginativa de crear nuevas cosas. Hay niños que a los dos y tres años les dan tabletas y eso es una barbaridad. Aquí vamos a dar un ordenador a cada niño, pero ¿qué vas a hacer con esto?
Incluso se ha llegado a la brutalidad de decir que no hace falta que aprendan a escribir; esto es una monstruosidad pedagógica porque con el dominio de la escritura el niño desarrolla el carácter. Pero todo es que el niño tenga que hacer el mínimo esfuerzo.
-¿Y qué conlleva todo esto?
-Al final tendremos máquinas que enseñan a máquinas, y el ser humano quedará reducido a un títere, a una marioneta. Perdemos el poder humano que tenemos. Pero esto ya estaba, recuerdo el libro ´Un mundo feliz´ de Aldous Huxley que pronosticaba un futuro así, y yo no lo quiero. Y voy a intentar luchar, como muchísima gente, para que el ser humano pueda ser libre, capaz de amar y de hacer cosas por los demás, creativo y vivir otro tipo de vida. Es posible, hay gente que lo está haciendo, por lo tanto no es ninguna utopía, lo que pasa es que depende de hasta dónde se quiere comprometer cada uno.

Extraido de: http://www.diariodeibiza.es/pitiuses-balears/2015/06/30/educamos-miedo-competitividad-creamos-gente/777771.html