La pediatra Livia Machado explicó que la leche materna contiene menos grasas que las fórmulas infantiles y ayuda a que los lactantes aprendan a manifestar la saciedad cuando no quieren ingerir más alimentos. La obesidad infantil se ha convertido en una epidemia que afecta mucho más a los países desarrollados, según la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, la OMS prevé que en 10 años podría ser padecida por hasta 4 de cada 10 niños en los países en desarrollo de Asia y Latinoamérica. "Los países desarrollados toman medidas sobre el asunto, como la eliminación o disminución de las grasas trans o dañinas en la producción de alimentos, el etiquetado nutricional en los productos o la regulación de la publicidad de alimentos para niños. En Venezuela no se han tomado medidas al respecto ni existe aún una legislación que obligue a las empresas a especificar la cantidad de colorantes o aditivos que colocan a sus productos", dijo Machado. La genética es uno de los factores que inciden en la obesidad infantil. Si los padres del niño son obesos, tendrá 30% de riesgo de padecer sobrepeso en su adultez. También influyen los trastornos hormonales y los hábitos de alimentación. "El urbanismo, la industrialización y el actual estilo de vida hace a las personas más proclives a consumir alimentos ricos en grasas. Ya no sólo es la comida chatarra en los locales sino que muchos acostumbran freír y agregar harinas y grasas para preparar los alimentos de forma más rápida, olvidando que también se pueden sancochar y hornear", agregó la especialista. Para evitar la obesidad infantil recomendó consumir alimentos de origen natural y minimizar la ingesta de grasas, frituras y productos con aditivos de azúcar y sin ningún valor nutritivo, como caramelos, chucherías con alto contenido de sal y bebidas gaseosas. "Lo ideal es que los niños consuman raciones de todos los grupos alimenticios, es decir, proteínas, grasas y carbohidratos. También es importante que ingieran entre tres y cinco raciones diarias de frutas", indicó. Los niños obesos que realizan alguna actividad física diaria tiene menos riesgo de padecer enfermedades cardiacas con respecto los sedentarios. "Estos últimos deben realizar al menos una hora diaria de ejercicio, además de minimizar las actividades como ver televisión, jugar a la computadora o a la consola", dijo Machado. Añadió que mientras más entienda el niño la importancia de los hábitos saludables, mejor vocero será para que el resto del grupo familiar también cambie sus forma de alimentarse.
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