viernes, 27 de febrero de 2009

EL SIGNIFICADO DE LOS NOMBRES

Hubo un tiempo en que la tarea de buscar un nombre era una de las cosas más importantes. No se elegía un nombre, para el recién nacido, al azar ni por tradición familiar ni, aún siquiera, porque sonase raro, extraño o bonito, como se hace hoy en día; sino que se elegía, en la mayoría de los casos, por su significado. En efecto, el significado era el aspecto más relevante a la hora de encontrar un nombre al bebé. El significado hacía alusión, la mayoría de las veces, a la misión divina que los padres deseaban o intuían para sus hijos, ya que en aquellos tiempos a cualquier cosa que ocurría se le daba un sentido trascendente. Otras veces, era la misma divinidad la que elegía el nombre para el neonato. Así, en la tradición hebrea encontramos muchos ejemplos de este tipo. Desde Eva, cuya misión fue la de dar vida a todos los hombres, que es lo que significa su nombre, hasta Jesús, que significa "salvador", del cual el ángel Gabriel, refiriéndose a María, le dice a José textualmente:

"Dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados"
Mateo, 1: 21

En el pasado más o menos lejano abunda esta relación del nombre con la misión divina del portador. Y, aunque hay otras causas para que una persona tenga tal o cual nombre, a nosotros nos parece que ésta es la más importante.
Como antes hemos dicho, para los antiguos todo tenía un significado. Todo lo que les ocurría necesariamente tenía un sentido, hasta que este modo de ver las cosas se fue perdiendo en favor de la razón “mal entendida”. Por nuestra parte, creemos que hay que recuperar aquel modo de ver las cosas y, aún más, ampliarlo con el alcance actual de nuestro conocimiento, que todo tiene sentido en esta vida, desde lo simple hasta lo complicado, desde el átomo hasta el hombre. Nuestro mayor error consiste en creer que todo está sujeto al azar, que nada tiene sentido, que todo ocurre por casualidad, y en este contexto solemos creer que alguien se llama Pedro como podría llamarse Juan. Esto nos ocurre porque desconocemos en absoluto las Leyes que rigen el Cosmos. Porque, aunque aparentemente esto sea así, si nos molestásemos en profundizar un poco más en todo lo que nos rodea, si intentásemos comprender la ley de las analogías y el lenguaje de los símbolos, veríamos claramente que no lo es. De hecho, si damos crédito a nuestro lenguaje interno, si escuchamos la voz de nuestro Yo Espiritual, entenderemos que no estamos aquí por casualidad, sino por causalidad, que todo obedece a un principio divino o propósito del Padre y que, por consiguiente, todo tiene sentido. Nada es azar, sino que cada cosa que ocurre en el Universo, por ínfima que parezca, es importante. Desde este punto de vista, el Universo aparece ante nosotros como una obra en construcción. No es una obra terminada, y por tal razón no podemos exigir la perfección, de la misma forma que no podemos exigir la perfección a los constructores de una casa cuando aún no la tienen terminada. Nuestra tarea es acabarla. Y eso es lo que estamos haciendo, cada uno a nuestra manera, cometiendo errores unas veces, haciéndolo bien otras; pero nuestro trabajo consiste en dar con el ladrillo que mejor encaje, con el suelo más bonito y que mejor se adapte a nuestros pies, etc. En definitiva, en hacer una casa perfecta.
Cada ser humano ha venido a este mundo para realizar una misión. Es decir, cada uno de nosotros trae un programa divino en cada encarnación, con el propósito de acercar más el cielo a la tierra, de ir plantando poco a poco el cielo en la tierra. Nuestra principal tarea consiste en descubrir cuál es ese programa para llevarlo a práctica. Hay muchos métodos para ayudarnos a descubrir cuál es nuestro propósito divino y nuestra personalidad, pero algo que nos va a prestar, sin duda, una ayuda muy necesaria va a ser el significado de nuestro nombre y su análisis numerológico.
El nombre no nos va a decir con pelos y señales, cuál es nuestro programa vital, pero sí nos va a dar importantes pistas sobre las líneas maestras de nuestra misión y, sobre todo, nos va a decir cómo somos, y cuáles serán los aspectos más relevantes de nuestra personalidad que desarrollaremos a lo largo de nuestra vida.
Descubrir esto es el propósito de mi libro El significado de los nombres, su origen y análisis numerológico. Por tanto, si aprendemos el significado y hacemos el análisis numerológico de nuestro nombre correctamente nos daremos cuenta de que nuestros padres no eligieron nuestro nombre al azar, sino que lo hicieron obedeciendo a un designio, tal vez un designio inconsciente para su yo pasajero; pero no así para su Yo Eterno. Veremos cómo ellos han elegido precisamente el nombre que más define nuestra misión y nuestra forma de ser en la presente encarnación. Pero nos resultará mucho más claro si complementamos al resultado obtenido por estos métodos, la interpretación en profundidad de nuestra propia carta astral, ya que nos gustaría que quedase bien claro que el estudio planteado aquí es sólo un parte básica, importante sin duda, para ayudarnos a saber algo sobre nuestro programa vital; pero no es en sí nuestro programa vital. Este lo encontraremos con todo detalle en nuestra carta astral, aprendiendo a entender sus símbolos mediante una interpretación basada en un estudio serio y profundo. La meditación y la comunicación con nuestro Ser espiritual también puede sernos de importante ayuda.
Cada nombre posee tres números: uno para la personalidad intelectual, otro para la personalidad sentimental, y otro para el carácter propiamente dicho, es decir, las tendencias del carácter que más sobresalen en un individuo. Para saber cuáles los números basados en nuestros nombres hemos de aprender un poco de numerología. En el libro El significado de los nombres, su origen y análisis numerológico aprenderemos esta numerología básica, así como el significado de los números y la forma de saber cuales nos corresponden para, después, hacer la interpretación de nuestro carácter y saber cuál han de ser las líneas generales de nuestra misión en esta vida.
Por Jesús García-Consuegra, autor del libro El significado de los nombres, Ed. Creación

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