viernes, 13 de marzo de 2009

NACIMIENTO CIEN POR CIEN AL NATURAL

Silvia Ojanguren
En el mundo existe tendencias hacia lo natural, como es el caso del parto, en el que recomiendan el “nacimiento de un bebé por vía vaginal”, que no requiere intervenciones médicas ni anestesia, nos cuenta Gabriela Quinzaños. Esta idea, comenta la educadora perinatal, parte de una simple realidad: “La mujer está capacitada para hacerlo por el sólo hecho de ser mujer, según el proceso normal y fisiológico que la naturaleza contempla”. La presencia de una doulas (asistente de mujeres embarazadas) a la hora del nacimiento “favorece el parto normal y por tanto se reducen los nacimientos instrumentados y las cesáreas” La gran ventaja De acuerdo con su experiencia, Quinzaños nos asegura que un parto de esta naturaleza “prepara al bebé para enfrentar la vida extrauterina con mayor salud, le expulsa fluidos de sus pulmones, lo estimula físicamente y capacita para independizarse del soporte que le da su madre durante el embarazo”. Sobre el hecho de que dejar la cuestión médica de lado se pueden enfrentar riesgos, afirma que “en un embarazo sano es menos riesgoso para la salud de la madre un parto normal que una cesárea electiva que no tenga indicación médica real”. Y sobre el dolor, esta representante de las doulas señala que “con contacto humano, trato personal respetuoso y amoroso hacia la madre, ofreciendo apoyo continuo físico y emocional se evitan”. Y después Este tipo de alumbramiento “es benéfico en muchos sentidos, por ejemplo, cuando la mujer tiene una experiencia favorable y emocionalmente gratificante en su parto, tiene y muestra confianza, ya que sabe qué hacer; su aspecto emocional es muy fuerte y la seguridad en la capacidad de criar a su hijo la sostienen y la orientan para buscar el apoyo que necesita”, nos dice la especialista. Además, indica: “embarazo, parto normal, lactancia... es una continuidad de funciones, se sigue una de la otra”. Explica que si se respeta la fisiología del parto normal, el bebé nace en óptimas condiciones y entonces no es necesario separarlo de su madre, se establece el apego y la lactancia armoniosamente y la mamá y el niño disfrutan su cercanía y favorecen mutuamente su salud. “Cuando el bebé succiona el pecho para alimentarse, el útero se hace pequeño y todo el cuerpo materno se recupera mejor”, señala. Gabriela Quinzaños menciona que cualquier mujer puede acercarse a la experiencia del parto natural, “no importa el nivel económico, cultural o social, son capaces de parir normalmente porque su naturaleza humana femenina les asegura esta capacidad innata”. En este campo, nos dice Gabriela Quinzaños hay verdades y mentiras: Mito. El parto es tan doloroso que es necesario un bloqueo u otra anestesia Realidad. Es manejable si la mujer tiene libertad de movimiento y no se encuentra acostada sobre su espalda porque es un dolor que no amenaza la vida de la madre ni la del bebé. A mayor dolor más producción de endorfinas, que biológicamente dan la posibilidad de resistirlo, porque es intermitente y previsible, pero sobre todo tiene un propósito: guiar a la madre en el proceso de dar la vida a un hijo. Mito. Para tener un parto normal basta con desearlo. Realidad. Para conseguirlos se requiere respeto al proceso mismo, saber que puede requerir muchas horas de trabajo, permitir que inicie por si mismo, favorecer que la mujer tenga libertad de movimiento y esté libre de intervenciones médicas rutinarias; que la mujer tenga apoyo continuo de la persona que ella elija, que pueda comer, tomar líquidos e ir al baño cuando lo necesite, que reciba una atención humanizada y tenga acceso a medidas de confort que la apoyen y le den confianza en su habilidad natural de parir tales como: presencia de su esposo, masajes, acceso a la tina o regadera, música, libertad de movimiento, ambiente de respeto y privacidad.

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