sábado, 18 de septiembre de 2010

Estudio sostiene que dieta mediterránea aumenta la salud del feto

La ingesta de verduras, frutas, pescado azul y aceite de oliva aumenta la salud del futuro bebé y mantiene bajo control los niveles de presión sanguínea en la madre, un elemento de gran importancia en el parto, señala un estudio.

El consumo de este tipo de alimentos no sólo es recomendable en adultos o ancianos, sino que también favorece el desarrollo saludable de feto, según un estudio científico realizado por la Universidad Erasmus de Rotterdam, en Holanda, dado a conocer hoy.

Según comenta Sarah Timmermans, la experta responsable de la investigación, la ingesta de ese tipo de alimentos "aumenta considerablemente la salud del futuro bebé y también mantiene bajo control los niveles de presión sanguínea en la madre, un elemento de gran importancia en el parto", asegura.

La novedad de este estudio radica en que, hasta la fecha, se consideraba que en los tres primeros meses de gestación el feto se desarrollaba igual, independientemente de la dieta que llevara la madre.

"Lo que comemos tiene mucho que ver con lo que somos, por si a alguien se le había olvidado. Este estudio lo confirma", explica Timmermans.

El Centro Médico Erasmus, dependiente de esa universidad holandesa, realizó el estudio en los dos últimos años con 10.000 mujeres embarazadas, que durante el período de gestación ingirieron una dieta típica mediterránea.

La experta se fijó como objetivo establecer el contraste entre los beneficios de la dieta mediterránea y los efectos nocivos de una dieta del norte de Europa, rica en aceites grasos y caracterizada por la ingesta de patatas, salsas grasas y carne.

El estudio demuestra que en los tres primeros meses de gestación, las mujeres que consumieron una dieta del norte de Europa, menos sana que la mediterránea, dieron a luz a niños con un peso corporal bajo respecto a lo se considera parámetros normales.

Estos resultados coinciden con análisis previos realizados por laboratorios en todo el mundo, según los cuales los niños que nacen con problemas como un peso menor u otros desequilibrios, corren un riesgo mucho más elevado de padecer patologías cardíacas o disfunciones relacionadas con elevados niveles de grasas en sangre (colesterol).

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