viernes, 29 de enero de 2010

Las mujeres pobres son menos propensas a recibir epidurales

La escacez de recursos no está reñida con el sentido común , la consciencia o la sabiduría. Es lo que se desprende de este estudio que afirma que las madres con menos recursos usan menos la epidural, con los consecuentes veneficios para su salud y las de sus hijos.

Aun en el sistema canadiense de cobertura universal de la salud, las mujeres de bajos ingresos son menos propensas que el resto a recibir anestesia epidural en el parto, indicó un nuevo estudio.
Este resultado coincide con los de estudios en Estados Unidos y otros países, y sugiere que existirían otras causas además de la cobertura de salud.
La aplicación de la epidural consiste en la inyección de analgésicos a través de un catéter en la zona baja de la columna, y se considera la forma más efectiva de analgesia durante el parto.
Pero estudios previos habían sugerido que factores socioeconómicos como el ingreso, el grupo étnico y la educación influían en la posibilidad de recibirla.
En el nuevo estudio, publicado en American Journal of Obstetrics & Gynecology, los autores analizaron el uso de la epidural en más de 200.000 embarazadas en Ontario, Canadá, que tuvieron un hijo entre el 2004 y el 2006.
El equipo halló que la quinta parte de las mujeres residentes en los barrios más pobres eran un 41 por ciento menos propensas a recibir anestesia epidural que la quinta parte de las participantes de los barrios más ricos. La misma diferencia se observó entre las mujeres más y menos educadas.
Los efectos de los niveles de ingreso y educación se mantuvieron aun cuando el equipo consideró factores como las enfermedades maternas y las complicaciones del embarazo, que reducen el uso de anestesia epidural.
Dado que en Canadá existe un sistema de salud universal, los datos sugieren que también influirían otros factores en el uso de la epidural, señaló el equipo de Ning Liu, de la University of Ottawa.
"Las características no económicas de la madre explicarían bastante las diferencias", escribió el equipo.
Por ejemplo, la educación podría afectar la aceptación de la analgesia epidural. Las mujeres con mayor nivel educativo tendrían más información y aceptarían su aplicación.
La etnia y la cultura también tendrían un rol. Existen evidencias de que, por ejemplo, las mujeres en Asia creen que el dolor del parto es natural y, por lo tanto, deben "tolerarlo".
Eso surge de las historias clínicas del parto de 220.814 embarazadas en Ontario.
El 56 por ciento de las mujeres de los barrios más pobres de la provincia había recibido una epidural, a diferencia de casi el 69 por ciento de las mujeres de los barrios más ricos.
La educación marcó una diferencia aún mayor. Entre el quinto de las mujeres con menor nivel educativo, la mitad había recibido la analgesia epidural, a diferencia del 71 por ciento de la quinta parte con mayor nivel educativo.
La anestesia epidural se usó menos en los hospitales pequeños, algo ya documentado en estudios previos. Pero se desconoce por qué las diferencias por nivel de ingreso y educación crecieron en los hospitales de comunidades pequeñas.
Según el equipo, hay que hacer más estudios sobre la baja tasa de uso de analgesia epidural en las mujeres de bajos ingresos.

FUENTE: American Journal of Obstetrics & Gynecology, online 4 de enero del 2010

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