“Si su vida estuviese amargada como lo está la mía, al ver día tras día esta
masacre de inocentes por una alimentación inadecuada, creo que usted entonces
sentiría, como yo siento, que la propaganda engañosa sobre alimentación infantil
debería ser castigada como la forma más criminal de la sedición, y que estas
muertes deben considerarse como un asesinato… Cualquier persona que, por
ignorancia o ligereza, lleva a que un bebé sea alimentado con leche inadecuada,
puede ser culpable de la muerte de ese niño.’
Cicely Williams, la autora del discurso Milk and murder (‘Leche y
muerte’) era una pediatra jamaicana, la primera mujer médico en su país. Fue una
de tantas personas entregadas con pasión a su trabajo. La descripción de la
malnutrición proteico calórica severa (kwasiorkor) durante su estancia en Ghana
la arrancó del anonimato para la ciencia, y esta conferencia que pronunció en
1939, en el Singapore Rotary Club, le hizo un hueco en la historia para el resto
de la humanidad.
El discurso constituye la primera denuncia en un foro oficial de las
agresivas prácticas de marketing de las multinacionales de alimentación
infantil. Sus estudios mostraron que la mortalidad infantil tenía una fuerte
relación con el abandono del amamantamiento y su sustitución por leches
artificiales de origen animal. Pero no lo hicieron a partir de fríos números: lo
había descubierto niño a niño, lágrima a lágrima, muerte a muerte. Por eso sus
palabras llenaron la sala y se arroparon del silencio, de la voz de los que
jamás habrían de oírla, de la voz de los muertos. Por eso los presentes –entre
ellos, el entonces presidente de Néstlè – quedaron noqueados por la extrema
dureza del tono que utilizó.
El silencio en que debió quedar aquel auditorio al apagarse el eco de sus
palabras no hizo reaccionar a aquellos que pudieran haber impulsado normativas y
leyes que frenaran estas prácticas asesinas. Consecuencia de la complicidad o
indiferencia institucional, en las décadas entre los 40 y los 70 se produjo un
abandono masivo de la alimentación natural a escala mundial, en favor de los
sucedáneos de leche materna elaborados con leche de vaca por las grandes
corporaciones de alimentación. Se estima que a mediados de los 70 se alcanzaron
las tasas de lactancia materna más bajas de la historia de la humanidad.
Pero la voz de Cicely Williams comenzó a confluir con otras voces indignadas.
Las hubo profesionales, como las del también pediatra jamaicano Derrick
Jelliffe, padre del término “malnutrición comerciogénica”. Pero también las
mujeres se revelaron. Un grupo de siete madres creó en 1956 una asociación de
apoyo, mujer a mujer, para defender la lactancia materna. Dos años más tarde,
crearon la primera versión del que habría de ser texto de referencia en la
lactancia materna: El arte femenino de Amamantar. No sabían que estaban gestando
una de las asociaciones de mujeres más importantes del mundo, La Leche League
International.
En 1974 Mike Muller publicó por encargo el informe sobre la industria de
alimentación infantil The baby
killer (El asesino de niños), el cual tuvo un éxito inmediato a nivel
mundial. El título de la traducción alemana Néstlè mata niños provocó
una demanda de la compañía alimentaria por difamación. Tras un largo juicio, en
el que los representantes de la industria intentaron varios acuerdos
extrajudiciales, en el momento del juicio oral la compañía retiró tres de los
cuatro cargos que habían formulado, dejando únicamente una queja por el título
de la traducción. El editor fue condenado a 300 francos franceses. Todo había
cambiado: Néstlè reconocía tácitamente la veracidad del contenido del
informe.
Tras las madres y los profesionales, sólo faltaba el apoyo institucional para
completar el muro de la defensa de la salud infantil. En 1979 se puso la última
piedra de este muro, con la creación de la International Baby Food Action
Network (IBFAN), al amparo de la Organización Mundial de la Salud y Unicef.
Su primer documento fue el Código
Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Lactancia Materna,
suscrito por los representantes de la Industria alimentaria.
Cicely Williams viviría lo suficiente como para no morir con la amargura con
que pronunció su discurso en Singapur. También aquellas siete madres que se
atrevieron a crear un documento que contradecía a la doctrina pediátrica oficial
de su tiempo, o el humilde periodista denunciado por una gran multinacional,
parecían pequeños ante la enormidad del mundo. Pero sin ellos, es muy probable
que el cambio no se hubiera producido.
Hicieron lo que pudieron. Y no fue poco.
Teodoro Martínez Arán
Médico, especialista en pediatría
Médico, especialista en pediatría
Extraido de: http://ccs.org.es/2011/09/02/leche-amarga/
1 comentario:
Me parece muy interesante este artículo y me ha ayudado mucho a encontrar información sobre estas personas tan sumamente importantes en aquel momento. Gracias por refrescarnos la memoria.
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