lunes, 27 de mayo de 2013

CURSO ON-LINE SOBRE LA VIDA PRENATAL

Hola, les dejo esta información que nos ha llegado sobre un curso sobre la Vida Prenatal que promete estar muy interesante y completo. Lo hacen los amigos de la Asociación Nacional de Educación Prenatal (ANEP). Los detalles los tienen a continuación y al final de la noticia el enlace directo al curso, el cual contiene un interesante video.
 
Información del curso
 

viernes, 10 de mayo de 2013

La meditación se instala en las escuelas de EE.UU.

El estado de Massachusetts se plantea incluirla como asignatura obligatoria
 
 
Una técnica ancestral hace furor en centenares de centros escolares de Estados Unidos. El estado de Massachusetts se plantea incluso incluir la meditación como asignatura obligatoria. En las escuelas de secundaria de Detroit las clases nunca comienzan al ritmo de una campana. Los alumnos son invitados a sentarse en la posición del loto -sentados, cada pie descansa sobre el muslo opuesto-, a cerrar los ojos y a meditar profundamente durante 15 minutos.
Aunque considerada hasta hace poco como un residuo del movimiento jipi de los sesenta, la meditación ha conseguido en los últimos tiempos volver a florecer en EE.UU., donde, según un informe realizado en el 2007 por el Departamento de Estado, al menos uno de cada once ciudadanos la practica de manera regular. La nueva moda ha alcanzado especialmente al sistema educativo del país, debido sobre todo a los efectos beneficiosos que la meditación tiene entre los estudiantes. «Los estudios demuestran que meditar ayuda a concentrarse, a no tener peleas e incluso a resolver síndromes como el de hiperactividad», dice Shauna Shapira, profesor de la Universidad de California. De momento, un centenar de escuelas incluyen la meditación en sus aulas. Y estados como Massachusetts se plantean estos días extender este arte milenario a todas sus escuelas.
Para proponer esta norma, las autoridades de Massachusetts no se basan tan solo en criterios académicos, sino también en pruebas médicas, ya que, tal y como demuestran distintas investigaciones, meditar ayuda a reducir el estrés, es bueno para bajar la presión sanguínea y prevenir la depresión.
Es más, según un estudio realizado por la Universidad UCLA (Los Ángeles), las personas que dedican un momento al día para «vaciar» su mente suelen fortalecer las partes del cerebro destinadas a la atención y a la sensibilidad; mientras que a los enfermos les puede ayudar para mitigar el dolor.
Es por esta razón por la que la meditación se encuentra también presente en más de 240 clínicas del país, un programa que podría expandirse en los próximos años dependiendo de los resultados a largo plazo.
 
Por Tatiana López.

viernes, 26 de abril de 2013

La extinción del niño sano

No sólo los laboratorios hacen uso sistemático de tácticas de promoción cuestionables y alianzas interesadas con el cuerpo médico. En pediatría, la promoción agresiva de fórmulas “nutracéuticas” y “terapéuticas” –importadas y de alto costo– constituye una práctica habitual y en vertiginoso aumento.
Una estrategia dominante actualmente es la “patologización” indiscriminada de fenómenos normales en el lactante menor (especialmente antes de los 3 meses) y su presunta resolución con fórmulas hipoalergénicas. El terreno es fértil para la profecía autocumplida, pues los fenómenos propios del desarrollo, como llanto, cólicos, regurgitación, despertares nocturnos, erupciones cutáneas, etc. están destinados a resolverse espontáneamente, generalmente a partir de los 3 meses. En un reciente congreso internacional realizado en Chile, un conferencista promovía –ante medio millar de personas– el uso de ciertos productos para el cólico infantil, señalando su efectividad en un 70% de los casos al cabo de 4 a 6 semanas de uso. Por definición, ¡ésa es la historia natural del cólico infantil! Así fue descrita por los clásicos y corroborada por la investigación contemporánea.
Esta estrategia ha resultado un verdadero éxito comercial y mediático, generando una preocupación masiva en las madres y familias de los lactantes, mientras se distribuyen incentivos a granel entre los prescriptores. Estos reciben además la información técnica de parte de las propias compañías, alineando así sus conocimientos con los intereses de éstas. Los productos referidos son prescritos a un porcentaje considerable de los lactantes que consultan (sobre todo en sectores de nivel socioeconómico más alto).
Esta situación es especialmente notoria en el ámbito de las alergias alimentarias. Si bien hay datos que muestran un aumento de dichas alergias en las últimas décadas, las prácticas observadas en nuestro país (y en otros) pocas veces se basan en la evidencia “dura”. Los criterios diagnósticos se han vuelto extremadamente difusos, muchas veces en forma deliberada y bajo el impulso de las partes interesadas. Los diagnósticos se apoyan en pruebas de laboratorio inespecíficas, no validadas o francamente erróneas. Algunas de las cifras presentadas se basan en autodiagnóstico de pacientes en encuestas poblacionales.
Hay otros factores implicados en este fenómeno médico-sociológico. Entre ellos, la cantidad e intensidad de los temores y aprensiones que se observan en una alta proporción de los padres y madres de hoy. Éstos están relacionados con el desconocimiento de la fisiología del niño sano, de sus variantes normales y de los fenómenos propios del desarrollo infantil, no sólo por parte de la población general sino también de muchos médicos (sobre todo de reciente egreso). El nivel de exposición a la biología del niño sano y a la puericultura en los currículos pediátricos de algunas universidades parece francamente insuficiente. Las actividades prácticas suelen centralizarse en campos terciarios (atención de patologías), a expensas de la supervisión de salud de la díada madre-hijo y del enfoque familiar y comunitario.
El clima de consumismo imperante en el área de la salud estimula en las familias el fenómeno de “doctor shopping” y la búsqueda de segundas y terceras opiniones. Se multiplican las consultas por motivos banales y la medicalización (y medicación) de molestias menores. Padres que se presentan como clientes exigentes (“¡para eso pago!”) demandan para sus hijos una especie de “inmunidad absoluta”. El nacimiento, el crecimiento y la crianza deben ser perfectos, exentos de dolencias y de las vicisitudes propias de la condición humana. No se aceptan resfríos, ni quejas, ni llantos, ni desvelos, ni sarpullidos, ni muchas deposiciones ni pocas, ni regurgitaciones, ni gases, ni despertares intempestivos ni variantes temperamentales en los niños.
Los medios, especialmente la TV y las revistas “femeninas”, con su énfasis en los testimonios dramáticos y casos aberrantes, contribuyen a la patologización de fenómenos habituales en los niños, fomentando en la población una preocupación excesiva ante situaciones manejables. A menudo vemos en reportajes y entrevistas a connotados “gurús” promoviendo el uso de costosas panaceas (casualmente en sincronía con las compañías fabricantes). Las complejas redes de intereses que involucran a medios de comunicación, compañías farmacéuticas (o de alimentos) e instituciones de salud, por regla general pasan desapercibidas a ojos de televidentes y lectores.
Las sociedades científicas, volcadas hacia adentro, muchas veces desconocen las repercusiones que sus recomendaciones tienen sobre el cuerpo médico no especializado, los medios, el público y la salud de la población. A mayor especialización y menor orientación biopsicosocial, mayor es la probabilidad de que sus normativas –unilaterales y a menudo dogmáticas– entren en conflicto con intereses naturales de la comunidad, como la promoción de la lactancia materna, el cuidado responsable del lactante y del niño y la contención de costos en salud.
Los cursos y congresos promovidos por muchas sociedades científicas son un reflejo de los intereses de las compañías patrocinadoras. Rara vez se encontrará, por tanto, que enfaticen (o siquiera incluyan) actualizaciones en temas como lactancia materna, alimentación infantil saludable o biología del resfrío común (en oposición a la creciente y perniciosa tendencia a conferir carácter crónico y ominoso a las infecciones respiratorias banales de la infancia, que son parte constitutiva de la vida en sociedad del ser humano). Los conferencistas invitados suelen ser elegidos (o “sugeridos”) por los auspiciadores o pertenecer a su nómina de speakers pagados. Los temas a tratar –como los expositores– a menudo pasan por el filtro (explícito o implícito) de dichas corporaciones. Abundan los regalos y las chucherías de toda índole para los asistentes, con el nombre y logo del producto “estrella”. El espectáculo en ocasiones es cuasi-circense.
En tales instancias de Educación Continua, los asistentes –en buena parte jóvenes profesionales sin oportunidad de acceder a programas educativos formales– siguen con devoción y candor las ponencias presentadas, internalizando de manera literal los contenidos.
Cada año, laboratorios y compañías de alimentos no escatiman en gastos para financiar el periplo latinoamericano de investigadores extranjeros que presentan sus convenientes resultados y que encuentran tribuna libre y aquiescencia de parte de las jefaturas de centros académicos y clínicos (donde las promociones se realizan incluso en el horario oficial de las reuniones clínicas).
Algunas compañías han impulsado la creación de foros en internet donde madres, padres y otros “interesados” discuten informalmente los problemas que ameritan el uso de ciertos medicamentos y productos. Allí se demonizan los malestares normales del lactante, se solidariza con las sufrientes familias y se describen las virtudes de tal o cual producto. La compañía interesada permanece en las sombras. Muchas veces los foristas promueven agresivas acciones de lobby para que el (carísimo) producto llegue a ser una necesidad colectiva y, por ende, objeto de subsidios estatales (un precioso ejemplo de políticas regresivas).
Escasea la investigación local dirigida a caracterizar la naturaleza y efectos de la patologización de los fenómenos normales, así como sus costos económicos y sociales. Por ejemplo, el masivo aumento de las licencias médicas por supuesta enfermedad grave del niño menor –responsable de una escalada en costos de salud durante casi dos décadas–, prácticamente no mereció investigaciones de carácter científico en el país.
Las universidades, por su parte, cada vez más centran sus intereses investigativos en grandes proyectos sobre terapias farmacológicas, financiados por laboratorios internacionales, o en proyectos de prestigio –muchas veces personalistas– característicamente en el campo de la biología molecular. Las entidades con interés en Salud Pública –públicas o privadas, universitarias o estatales– tienden por su parte a incursionar en el terreno tradicional de la demografía y de las políticas económicas o de gestión. Lo que ocurre en la calle, en los hogares o en la consulta médica rara vez es investigado por los ámbitos académicos, aún cuando moldeen en forma fundamental las creencias y procederes de la población.
Tampoco la rigurosa Medicina Basada en Evidencia (MBE), cuyo insumo son los datos publicados en la literatura, suele hacerse cargo de estos temas. Por lo demás, la proletarización de la práctica clínica –especialmente en Atención Primaria– deja a los profesionales desinformados respecto de las fuentes de evidencia en las que debieran apoyar sus decisiones. En este contexto, los visitadores médicos y las compañías farmacéuticas y de alimentos se hacen cargo a sus anchas –con sus propios énfasis, contenidos, trucos y obsequios– de la educación continua de gran parte de la profesión médica.
Los grandes temas de salud no tienen sponsor. Ante la irresistible presión de situaciones como las antes descritas, que actúan concertadamente, los grandes perdedores serán siempre los temas huérfanos de mecenas corporativos: la lactancia natural, las prácticas saludables en la crianza y la alimentación del niño, el autocuidado, la resolución espontánea de las dolencias banales y autolimitadas. En suma, el concepto global de “niño sano” o “niño normal”. Frente a las potentes fuerzas mercantiles y de la cultura imperante que insisten en desvirtuarlo, patologizando todas y cada una de sus características, el concepto de niño sano constituye hoy en día una concepción casi subversiva.
 
 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Cuanto más tiempo le des el pecho a tu bebé, más inteligente será

Parece que no conocíamos todas las ventajas asociadas a dar el pecho a nuestro bebé. Además de incidir positivamente en su salud futura, un estudio reciente enlaza directamente la alimentación con leche materna y la inteligencia que desarrollará nuestro hijo al crecer.
 
Más tiempo dando el pecho revierte en un mejor desarrollo cerebral. El tiempo que el bebé se alimenta de la madre está estrechamente ligado al desarrollo de sus capacidades, dice un estudio publicado por Delta Labs, en el que se han reunido datos de 17.000 niños, desde recién nacidos hasta los seis años y medio. Este análisis parece demostrar que la lactancia prolongada y exclusiva asegura mejores resultados en test de inteligencia y adquisición de habilidades.
Estos datos se relacionan con los de otro estudio realizado en 2010 que analizó a 4.000 niños: aquellos que habían sido amamantados un mínimo de seis meses desde su nacimiento obtenían mejores resultados en pruebas de vocabulario a la edad de 5 años.
 
A estas alturas estamos de acuerdo en el poder de la sustancia de la primera leche, el calostro, para la protección inmunológica de los niños, traspasándoles desde el primer día las defensas necesarias para enfrentarse al mundo. También desde hace décadas, organizaciones de salud infantil promocionan las bondades de la lactancia, y parece bastante comprobado que los niños que han tenido la suerte de alimentarse de su madre sufren menos de una serie de problemas, como la aparición de diabetes, colesterol alto, hipertensión o trastornos digestivos.
Según los nuevos datos, bebés prematuros con bajo peso al nacer que fueron criados con leche materna obtenían mejores puntuaciones de desarrollo del cerebro a los 18 meses en comparación con los prematuros que no recibieron la misma alimentación. Otras pruebas posteriores, a la edad de 30 meses, indicaban que la ventaja se mantenía en el tiempo.
No todas las mujeres podemos dar el pecho recién damos a luz, ya que interfieren muchos otros factores -en el caso de las cesáreas, sabemos que esto se complica- y nos ayudamos con las leches prefabricadas y fórmulas infantiles.
Ahora, además, nos cuentan que la leche materna beneficia a la inteligencia del bebé. ¿Qué piensas de amamantar al bebé en todos los casos posibles?